Hace bastante tiempo no le permito
a mis delgados dedos escribir.
No como esta noche.
Hace tanto que deambulamos todos marchitos,
en busca de una escencia,
un sentido o una meta,
quién o cualquiera que fuese poseedor
o tan siquiera conocedor de aquello
que nuestro ser interior anhela con ardor desmedido.
Sí morimos todos y cada uno
desde el momento en que llegamos
a esta efímera película
sin protagonista ni antagonista;
sin inicio ni final,
destinados al arduo empleo
para conservar el único y efímero papel
para el que ninguno admisiona
y cuya participación será
insignificante a la obra final.
Experimentando y consintiendo,
a placer o por morbo
ante la evasión de lo instintivo
y lo mundano.Al pro de la Evolución,
del ideal autónomo,
de la obra a pasión intrínseca.
En el peor de los casos,
invirtiendo nuestra atención
e intención a un ideal;
siendo este real o ficticio y
de cualquier índole mientras tenga
la dicha de sentirse empatizado
y/o identificado
cual finalidad de la expresión pura.