Después de cada abrazo sin piel
de cada beso sin cielo,
de cada palabra atrapada en las telas
y de la total entrega,
caminamos bajo los grises soles de la mañana
enmarañados en la telaraña
que no rinde la batalla...
Aunque duela la lágrima.
Después de la caída del sol en el cristal,
después de cada nota sostenida en el alma.
Después y después de todo y de nada.
De los pasos dormidos
y las preguntas al alba,
seguimos aturdidos en los caminos
sin brújulas ni destinos en los bolsillos.
Y, sí…
¡Es que duele hasta el olvido!
Después del incesante goteo de emociones
de las puertas cerradas, soledades y vacíos,
después de cada telediario,
de las luces apagadas, de las ciudades sitiadas
y las horas muertas.
Quedan las sillas vacías, las calles, las esquinas…
Y la esperanza en su manto verde dormida.
Retazos de días, oasis de melancolías.
Después de cada abrazo sin piel,
de cada esquema y teorema…
De cada final, de cada principio
seguimos siendo los mismos.
¡Aunque se ausente la vida!
¡Aunque sangre la herida!
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Mo Anam Cara