Son muchos los escritores
que denuncian a traidores.
Lo parieron con dolores
en un río ensangrentado
que corriendo escarolado
iban hojas con sus flores.
Y luchando sin temores
cual tifón iba rugiendo
por montañas, construyendo,
la esperanza de gorriones
que cantaban sus canciones
y de amor iban muriendo.
Ya saldrán ahí diciendo
que quizás estoy mintiendo.
En aquellas serranías
y en el monte más oscuro
que soñando su futuro
luchaba con osadía.
¡Ya vendrá la luz del día,
gritaba…! Así iba luchando,
día y noche, caminando,
por aquel camino agreste
con fétido olor a peste
y en la libertad pensando.
¿Cuántos fueron masacrando
y su sangre traicionando?
Con la vida siempre a cuesta
y la espalda muy cargada
con el sueño en marejada
construyendo la floresta
en la noche tan funesta
donde pájaros de acero
con espíritu guerrero
le lanzaban las papayas
que no fueron ricas bayas
porque siempre era un mortero.
Como ave de mal agüero,
el pobre murió primero.
Y al llegar hasta la cima
donde ondean las banderas
se olvidaron calaveras
¡La oficina da otro clima!
Y se infló la autoestima
y el bolsillo como un globo
olvidó también lo probo
y empezaron sus ganancias
con marcadas petulancias
con las garras de un gran lobo.
Con las décimas englobo
la esperanza como un robo.
¡Qué te han hecho los traidores,
que olvidaron esa historia
que truncaron la memoria
olvidando los dolores,
olvidando los clamores
y la sangre derramada
con memoria que ultrajada
va gruñendo como el viento
con aliento al excremento
de una lucha traicionada!
¡Cuánta sangre derramada
terminando amancillada!