Te vi, Justo en esta gris tarde de invierno.
Había frío y el rubor cálido de mis mejillas
quemaba, sentí el calor y salté del infierno.
Como niña cautiva te veía desde las rejillas.
****
Despertaba a mis ensueños, abriéndolas.
Huía de mi madre que todo lo controlaba.
Veloz, al oír tus pasos, tenía que cerrarlas.
En las tardes, tu conocida marcha, velaba.
****
Invadida por las fragancias crecía mi ilusión.
Es que llegó la primavera con gratos olores.
No tuve excusas, el olor exaltaba mi pasión.
Mi triste vida se tiñó de fragancias y colores.
****
El día llegó de abrir de nuevo el gris cerrojo,
y elegí ese día, un lindo y muy floreado traje.
Me prometí abrir la ventana para ver tus ojos.
Grave fue mi rubor y solo pude mirar el paisaje.
****
¡El amor es como una flor silvestre, sin más brota.
No se sabe cómo nace, ya que es una flor ignota!