Me embriague de felicidades banas hasta perder el conocimiento. Olvidé cómo escribir de manera coherente, olvidé lo que era ver la luz de luna con estrellas finitas como acompañantes.
¡Oh! Lamento comunicar que también olvidé cómo ser yo.
Y si un humano puede olvidar cómo ser el mismo, no es de extrañar que se olviden hasta de ser humanos. Somos bestias de atar que corren libres.
He aprendido que puedo olvidar todo lo que sé. Es tan irónica la existencia, tan hilarante que me hace reír hasta las lágrimas...
Ni un momento, ni un minuto y ni un silencio, no pido nada.