Hector Augusto Cuestas Venegas

El tiempo, el aire, la luz

El tiempo, el aire, la luz

 

El tiempo, el aire, la luz

son los mismos de ayer y de siempre.

Sólo las formas

naturales o no

están sujetas a la mutación

como las paredes que conformaron

aquella casa paterna

que me acogió en mi infancia,

como el fogón que entibió

mis noches de frío

y de sueños de grandeza.

Hoy, aunque carezca de dicha grandeza,

soy algo grande y viejo.

Sólo lo trivial cambia

sobre la faz de la tierra

ante el eterno estoicismo

del tiempo, el aire y la luz.

Y hoy, tantos soles después

de mi efímera juventud,

el brillo de mi mirada ya no está,

el trueno de mi voz

es un lamento

y el negro de mi cabello

se ha vestido de plata

como anunciando,

al unísono,

el advenimiento de mi partida,

como diciendo que mañana

acaso serán polvo,

acaso serán nada.