El miedo es un lugar, un laberinto,
que atrapa al corazón que, descuidado,
se pone a caminar por el tejado
amable y peligroso del instinto.
Destiñe feo y triste, si lo pinto,
permuta voluntad, brusco y honrado,
sin ganas de ofrecer, me da prestado
temor que, siendo tú, sabe distinto.
Conozco los rincones del chantaje
de aquello que me espanta o que no puedo,
de aquello que no es vida, es un ultraje.
Si todo rumbo llega al mismo ruedo,
no queda más que derramar coraje
y honrar la sangre que acobarda al miedo.
Claudio Batisti