Crece, castillo, habitado por el niño
que de las hadas y el bosque recibió todo cariño
Preocupaba a los salvajes lo mortal del pequeño
y encantaron un castillo que no tenía dueño
a la piedra sumieron en profundo sueño
sueña, castillo y abraza el diseño
presta al chiquillo, cimiento y leño
Crece entonces, castillo de ensueño
no dejes que padezca de la vejez el veneno
roba sus años, mientras los miras pasar
mientras corren los milenios, niños seremos
Sé inmortal escudo, contra el eón mortal
que nunca ninguna era lo llegue a alcanzar
Siempre será nuestro el niño, siempre del bosque
sé caparazón duro y refúgialo del tiempo
Porque niño siendo, cien veces será nuestro
mil veces humanas vidas, cien idas y venidas
se alzan y caen varios imperios
Corremos y jugamos en los pasillos eternos
nos protegen tus ladrillos, de los hombres necios
Miramos entre almenas, cada día pasar
y acompaña la chimenea del invierno el jugar
Mira atento, castillo, con tus ojos de vidrio
vigila a los extraños y cuídanos de los años
Crece, en lugar del niño, crece y déjalo ser pequeño
porque pequeño siendo nos enaltece
Estira tus tejados, ensancha los salones
despereza las habitaciones, duplica tus jardines
acumula el tamaño que causaría tanto daño
al niño nuestro, al niño de las hadas
Protégelo del mundo, mundo de mortales
y a nosotros, solitarios, de la tristeza de inmortales
déjalo acompañarnos, castillo,
por los breves milenios y los días eternos
por ayer, por mañana y porque en cada mañana
despertemos hoy, sin miedo, sin nada
más que nosotros, y vos, castillo,
y el niño de las hadas.