Formaron cráteres de ansiedad
de amalgamas desérticas de lagunas mentales.
Cipos cristalizados danzando al siroco;
con una luna en la aurora.
Golpes constantes adivinaban sus penas.
Las páginas rotas de un desvencijado libro
se humedecen por las caricias del céfiro...
Más allá, en lo alto, el sol contristado apagaba su brillo.
Cicatrices levitando en la atmósfera
escondían la tristeza.
La oscura faz de sus rostros
apañados e intransigentes.
El asfalto húmedo y en la retentiva;
los días y las noches recopilándose.
Entre lágrimas y lluvias...
Unos gritaban guerra otros solo pedían paz.
Miles de sueños y memorias
abortados en la procrastinidad.
Entre cada lectura intentado preterir
escaras siempre abiertas sin sangrar.
Emociones y sentimientos componían;
la habanera soledad noctívaga de las dudas.
Arpegios de combinaciones melódicas olvidadas
anunciaba la crónica de un final.
Una cuenta regresiva
daba a luz una sola conclusión...
Ante la muerte; todos somos iguales,
restos fósiles en avenencia con la creación.