“Usted y yo sabemos que en el fondo el amor, es una cosa seria”
Mario Bendetti
Lo sé porque lo dijo Ricardito,
cuando acudía a su primer baile de la escuela.
Por supuesto que lo hizo junto a una niña de su colegio.
Él dijo que era su novia,
y yo le vi un destello al afirmar esa verdad.
Yo creo que el amor es un tema blanco,
una bonanza inagotable / un milagro / un enigmita
cuya resolución requiere de mucha osadía.
Cuando uno se enamora,
olvida que para amar hay que dejarnos sorprender por el sentimiento,
igual al niño sorprendido por ver un globo flotar a su lado,
dejarnos visitar por los suspiros, exhalar besos con valor para salvarnos del tedio,
de lo formal / lo establecido.
El amor es el juego con más seriedad que conozco.
Ricardito lo sabe,
mientras arranca el girasol más amarillo del patio,
lo abraza muy fuerte
libre de las restricciones / miedos de la vida adulta.
Se peina el copete con agua azarosa,
y lleva dulces en los bolsillos.
Se prepara como el hijo pródigo de un pueblo,
saliendo a galope tras las huellas de su princesa.
El amor es un juego serio.
Ya no sabemos cómo jugarlo,
nos guardamos ese fuego con el que arde nuestra esencia
y los arrebatos de ternura sin causa cada vez son menos frecuentes.
“Anda, que se me hace tarde”, me dice Ricardito,
tomándome la mano mientras pone su flor en el pantalón
y me estruja un poquito el alma.
Mario Cid