Se me ocurre que despertemos
que estemos al servicio de lo espontáneo
al servicio del cuerpo
más que del pensamiento.
Ya no vendamos lo que no somos
esa apatía que a nadie engaña,
esa felicidad disfrazada.
Seamos lo que sentimos
en el momento preciso.
Se me ocurre que dejemos las comodidades,
que vaguemos sin más que un respiro
o una sonrisa.
Sin que nos importe el precio del dólar
si mañana tendré dinero
o que será de mis hijos,
sin antes haber acabado adentro.
Se me ocurre que hagamos todo
lo que verdaderamente nos erice la piel.
Hay tantas ocurrencias en mi mente
que solo puedo decirte
¡Hazlo! aunque te dé miedo.