Asta, cielo, trono,
Nada más alto que tu destello
Y tu rostro, indiscutible y bello,
Para admirarlo, en mi ventana me asomo.
Ínfulas de grandeza
Exhiben las de morfología osada,
Las de la oración manchada
Con errores y torpezas.
Pero por dentro y por fuera
Entonces llegaste tú
Y me pregunto:
¿Acaso en el mundo hay más virtud
Que curvas en tus caderas?
¿Acaso el cielo en las praderas
Será tu piel a contraluz?
¿Y acaso un volcán de luz
Te opacaría en primavera?