Tenerte, supe que era una quimera;
como si mi sombra quisiera pisar,
al comprender que todo habría de acabar,
dejé que el gozo de ti me afligiera.
Sentí como la locura te altera
cuando sigues empeñado en desear
aquello que ya se comienza a escapar
viendo que la distancia se acelera.
Y eso que fue un amor correspondido,
pero no más que un instante en la eternidad,
que no lo pudo alargar ni cupido,
y nos explotó, con tal intensidad,
que introdujo un inconsolable aullido
en el silencio de nuestra soledad.