De nuevo el sol
recobra su sonrisa
y nos la deja.
Luces doradas,
colores otoñales,
llenos de paz.
Y con su abrazo
nos manda la ternura
que precisamos.
Por la ventana
se cuela en la mañana
y nos despierta.
Roza los ojos,
despeja las legañas
con su caricia.
Y unos suspiros
se escapan de los labios
a ese contacto.
En las aceras
ya cantan los gorriones
y los jilgueros.
También el sol,
entrando en la alameda,
aporta vida.
Y es que las almas
del sol, quieren sus besos,
y su candor.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/12/21