Blanca paloma
alma dormida,
¡qué dulcemente
caminas!
entre mis sombras,
¡mirad, cual
arqueológicas pupilas...
dan por testimonio
el misterio y el encanto
del cual asombras!
Una reliquia tan sutil
con unos ojos
de conquista,
poniendo tiernos
corazones
casi muertos
con tu faz divina.
Por eso, blanca
sé mi compañía,
del camino que tengo
en el ocaso
y del inmenso
amor que vendría.