Los delirios de grandeza
entorpecen la mirada,
la mirada, que cegada,
entorpece la cabeza.
Esto no tiene rareza
ni tampoco novedades
si la historia y sus verdades
desnudando van los egos
de los muchos, muchos ciegos,
con todas sus vanidades.
El poder les da la gloria
y el ego se les ufana
al fulano y la fulana
con soberbia que es notoria.
Sienten ellos vanagloria,
cual sustancia nutritiva
que volviéndose adictiva
les aflora la inconsciencia
con marcada prepotencia
y con la palabra altiva.
Ven de menos al hermano
por creerse superiores;
más, le abundan los temores,
cuando les llega el verano.
Nada queda tan lejano
aunque se mire distante
todo cambia en un instante
porque, si nada es eterno,
cada quien tendrá su averno
como fruto resultante.