La luna llena enfurece a las olas
con una mirada de noche perversa.
Tus besos conmueven el rumbo de mis alas
y atrapan las ramas que crujen con las cuerdas.
El viento inmóvil gime en la alborada,
emanando de mi cueva una laguna
entre la niebla que acoge mis senos
y acecha los pasos de mi cordura.
Tu sonrisa de juego frío
asoma aspas de fuego ardiente
mientras en mi hoguera de estrella jugosa
saltan chispas ciegas para mis pupilas
desafiando al furor de estas esposas.