Enteramente alejado de lo mundanal y cotidiano,
aferrado a lo histórico, lo espacial y sobrehumano.
Marciano en pensamientos propios de un mundo
abrasado de poesía y sin músculos que
desmayen a su paso a la
juventud que derrama flores como
julietas en estado de embriaguez.
Agotado de obscenidades en el ámbito
septentrional de su vida, se adivina
octogenario de deseo, perdido en
novedades inexistentes de un futuro inesperado y
diferente.
Y solo ha pasado un año.