Leoness

La lluvia golpeaba los cristales

La lluvia golpeaba los cristales

las gotas resbalaban sin cesar

unas gotas absorbían a otras y

caían más grandes y veloces.

 

Caían en un abismo boreal

rugían con un latido extraño

se golpeaban sobre peldaños

de formas irregulares, retorcidos.

 

El agua no se acumulaba y,

era absorbida por aquella

estructura inmóvil, irregular

de ambiente húmedo y cálido

 

Por entre los peldaños se movía

un extraño ser, largo, sinuoso,

viscoso, descomunal tamaño que,

bebía las gotas a través de su piel.

 

Llegó hasta mí, un olor putrefacto

un calor pegajoso, ígneo, fatuo,

difícil de respirar, me agonizaba,

y mire hacia arriba, hacia la luz

 

Entre pegajosas paredes trepé,

su tacto me erizaba el bello,

y subí hasta la más alto,

abrí una trampilla, con fuerza

 

Y, allí, me encontré en la nada

sobre un cristal húmedo y sucio,

no llovía, era noche cerrada,

la luz… ¡provenía de mi habitación!