Hay dos Españas, como hay dos planetas,
y quizás paralelos otros mundos
que tienen dos especies de oriundos
enfrentados siempre con bayonetas.
Unos son, del sistema, apologetas,
pues les da beneficios tremebundos,
mientras otros –forzados vagabundos–
solo aprecian restricciones completas.
Pero también difieren en sus valores:
una especie idolatra las prohibiciones
y la otra quiere libres sus amores;
los primeros aspiran a santones
y los contrarios huyen de censores
de los que ya están hasta los «protones».