Cuando el tiempo pasaba inadvertido
y mi vida de ensueño se vestía;
cuando el viento exhalaba aquel gemido
que los trinos del mirlo parecía;
cuando todo tenía colorido
y la rosa tan regia florecía;
cuando el nardo romàntico y florido
los rincones del alma seducía;
cuando dulces y extraños sortilegios
me llevaban sin miedo a la locura;
cuando todo tenía los arpegios
de una tierna y sublime partitura:
¡Fue aquel tiempo de hermosos florilegios
que me dieron de amor la esencia pura!
Autor: Aníbal Rodríguez.