En el trabado collado del silencio busco el oro de tus labios,
el tiempo ingrato, hace que mi corazón empiece nuevamente a latir por ti,
a lo mejor una extraña fruta de perdición hace flanquear la razón,
por las esquinas del aura se siente el paladear de los pétalos distraídos.
Mirando a lo lejos sobre el pavimento mojado,
se hallan las ilusiones perdidas, los amores olvidados,
como aquellas golondrinas vigilantes de los tejados,
ahí donde la hiedra empieza a colgarse de ilusiones.
El despertar de la vida al igual que los tesoros enterrados,
son el silencio envuelto en velos, con vista hacia el limbo,
los recuerdos se oxidan por querer hablar otra vez de amor.
Quisiera poder darle un beso al paladar de las corolas,
al torbellino escribirle poemas con palabras de miel,
quizá sean sueños de cabecera, que van más allá del horizonte.