Manos húmedas por el césped
ombligo tatuado en el fin del parque
un amigo voraz que diseña un espacio para el bosque
tus largas uñas pintadas como a mordiscos- tú,
que te las muerdes-,
por arteros matemáticos, geografías
de un fin de siglo común, ciudad de provincias,
inevitable. Tu mano que escuece, hiela,
los humedales intermitentes y las miradas
escuetas de los provectos transeúntes: les das,
alternativamente, asco y atracción, lugares comunes
para el siempre recalcitrante deseo.
Y mi mano que rodea tu cintura
como un abismo hecho de telarañas-.
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