PATÍBULO AL AMANECER
Ahora me sangran los ósculos,
en la sentencia a cadalso perfecto,
fatal es la hora del ojo secreto
y del pie que olvidó la pinchada.
¡exclama,
en el laberinto de Dédalo
un lloro ateo!
Los ojos horadan las sombras,
la testa, una y cien, y mil veces tantas,
deploran el pus infectada...
No hay un Paris que apunte a mi pie
el talón es más débil que Aquiles,
y en este vacío de olvidos y penas
el miedo ahogará la garganta;
no hay error que pague sin creces...
¡oh! Caronte del cielo de sombras
¿adónde han ido los fláccidos cuerpos,
si el Estigia me subyuga en su sueño?
¡apura tu barca de huesos!
¡apura tu remo de olvidos!
¡ay, sombrío barquero,
mi alma llevaste!
Mas,
¡No podrá el oro de Midas,
misericordia imperfecta,
ocultar vil secreto que ata y que mata
Nos irán consumiendo en su tártaro,
mujer de los hielos, mujer que me culpas
¡Cuál Minotauro
que maldición concluyó un Teseo
quedaremos sin habla, sin nada!
¡Ay! El Estigia ha soltado sus larvas
y el dios de la muerte rondando los hielos;
y el barquero placiendo en su barca
los despojos del mal merodeando en la tierra…
me quiebro,
me arrodillo,
hundo mi cabeza en el lago...
me despierto bañado en sudor en mi lecho.
Santos Castro Checa
25-11-2018