Son el tiempo y el destino,
que atraviesan nuestra historia,
los que sellan el camino
con su impuesta trayectoria.
Imposible hurgar sus fojas
por develar su misterio,
o llevar muchas alforjas
viajando en su cautiverio.
La vida es un gran regalo
que no es eterno, por cierto;
tampoco ha de ser tan malo
quedar varado en un puerto.
Dejemos correr el viento
por los pasillos del alma,
y sin perder el aliento
tomemos todo con calma.
Lo que proviene del sino
jamás tiene preacuerdo,
continuemos el camino
que en su fin se hace recuerdo.
Jorge Horacio Richino
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