Estoy en los límites de la vida y la muerte.
No muero aún, será porque estimo la vida.
No he muerto en vida, tengo buena suerte.
Me está matando el amor con sus heridas.
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Llevo el libro del buen amor en mis manos.
Mientras leo, voy cavilando en cosas bellas.
En ese fraternal sentimiento de hermanos
que fue dejando en mí, una honda huella.
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Mil veces me preguntaba si era despecho
y en pensar respuestas, se me fue la vida…
Sentí que se agravó la herida en mi pecho
y para no pensar, fingí estar bien dormida.
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No vale engañarse cuando sabes la verdad.
Al amor lo ves, lo sientes, es luz, no miente.
Si te descuidas te devora el alma sin piedad.
Es vil que te mientas y, a veces, inclemente.
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Nunca antes había experimentado tanto dolor.
No quiero y no debo, arrepentirme por mí vivir.
Creo que así, se debe sentir el mal del desamor.
Para qué ocultarlo y para qué mentir ¿……?
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Asumo como mía la frase del poeta:
“Sólo en el amor el hombre es grande puesto de rodillas; porque el amor es la única esclavitud que no deshonra.”
― José María Vargas Vila