Mael Lorens

Temblándome las dudas

Temblándome las escusas de mis dudas, pensando que a mi edad es ya muy tarde para amar, con los brazos abiertos, esperando que entre ellos a ella la pueda estrechar, apartando el pelo de su frente, admirado por ese sorprendente regalo de los cielos, sus profundos ojos, esperando una respuesta inmediata de su boca suicida queriendo la mía también matar, en el medio de esa alucinación casi idiota, no noto sus manos, junto a las mías, ni tampoco su cuerpo, y mucho menos su estrecha cintura.

Tal vez todo esto sea parte de una visión de mi enajenación mental que cada día se despierta más y más en medio de la fría madrugada.

 

Cuando en realidad, entre medio de mis brazos no hay ningún cuerpo, solo un deseo no cumplido, un vacío solitario y frío, aquí no se ha instalado la dulzura de una mujer para perderme entre sus senos y beber de sus pezones, el néctar de un amor sin igual lleno de ardor fuego abismos, sueños torcidos, neblinas ácidas y lluvia fina de Primavera.

 

Aquí no está ella, ni ninguna otra mujer a quien abrazar, besar y poder amar.

Aquí solo estoy yo y mi única compañera soledad.

Mi mente imagina imposibles situaciones, ya lo he dicho antes, las dudas no son escusas, lo que sucede por mi mente son cosas de la edad, y si me equivoco, entonces soy un demente enamorado de no sé quién, y que a mi mismo me miento, sin ser muy consciente de que un amor para toda la vida se muere por el camino mientras llega al altar.

Mael Lorens

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de Autor 17/01/2022