La palabra fuimos desborda en grandeza,
y la nada no alimenta al capricho.
como quienes se miran, se aman:
fuimos la nada de un amor marchito.
La impronta de su ausencia
dejó cicatrices en el recuerdo
de aquel ambiguo sentir, que me sostuvo
para evitar el desmorono de mis cimientos.
Su boca y elixir contenido en ella,
se llevaron la liviandad de mi calma
soltándome en los suburbios de esta mente
en busca de su arma fantasma.
Poco a poco se consumió
la utopía de este amor incierto.
lo fortuito reconstruyó heridas,
y su exilio causó el miserable sentimiento.