Tú te ves entre los más apreciados
cuanto más grande e insensible seas
y cuanta mayor dureza poseas
en tus abrazos desapasionados.
Ves tus movimientos más deseados
según todos tus músculos cimbreas,
en tanto a la ternura zarandeas
con esos lametazos, tan forzados.
Pero que sepas que te has confundido
si has creído que eres mi poseedor.
De tus vibraciones ya me he aburrido
y de ese machismo tan dominador,
pues finalmente te he sustituido
por el suave gato y el succionador.