Bella sonrisa
que aflora por tus labios,
querida amiga.
Es algo hermoso
sentir esa caricia
tan silenciosa.
Tú nos regalas
suspiros e ilusiones
sin pedir nada.
Te contemplamos
absortos y embobados
como en la infancia.
Cierra los ojos,
me dices susurrando,
no tengas miedo.
Y te hago caso,
mis párpados se cierran
entre tus brazos.
Cunde la noche,
avanzan con su manto
las negras sombras.
Y así me duermo,
igual que tantos niños
a los que cantas.
Porque tus nanas
deseo que me duerman,
lunita mía.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/21