Le escribí tantas veces al surco de tu espalda en mi poemario mental;
que desgasté la imaginación.
Deseando, después de tanto desierto, atracar en tus labios.
Bajando por tu cuello cual montaña con peligrosos despeñaderos;
la diferencia es que yo quería caer de lleno en ti.
Acariciando cada sílaba de piel con más cariño que a los versos.
Susurrándote al oído los gritos que mi alma calla;
que mi deseo, deseoso, desea ser contigo.
Mirándote a través de la risa y escuchándote por los ojos;
esos que transmiten miles de palabras.
Siento serte obscena;
pero quiero cenarte cualquier día;
con un buen blues de fondo.