Vengo arrastrando mis pasos cansados
sobre caminos agrestes y duros
dando dolores que saben impuros
porque los sueños están dormitados.
Vengo arrastrando mis pasos pausados
pero venciendo los burdos conjuros
porque buscando voy siempre futuros
aunque los pasos yo traiga arrastrados.
Traigo en el pecho, clavada una espina,
llena de sangre que brota inclemente,
pero derrama una sangre valiente,
porque valiente es la sangre genuina
cuando en las venas recorre ella ardiente
contra la idea que siempre es mezquina.
¡Y la verdad fulmina,
cuando persigue tenaz la falacia
porque al que miente lo pone en desgracia!