Un cielo escarlata;
adornado por miajas cruentas.
Designios desmintiendo oráculos.
El aforismo dantesco
que enrojece el karma.
Imparte de cierta belleza
al alba sonrojada.
Mas yo aquí;
beodo de su exquisitez.
En un trance infinito
donde no hay
suavidad ni malignidad:
mucho menos espirales
confusas en mi mente.
Hoy y quizás mañana.
El cielo que se tiñe
de fuerza y coraje
de lucha y avidez.
Hipnotizara mis miedos y me lanzaré
al mar, al desierto,
al campo o a la ciudad.
Entre circunstancias
tiempos y condiciones.
Entre olvidos
duelos y anhelos...
Las sólidas formas:
paisajes que la visualización
y el corinto éter
me obsequian,
en esta visibilidad.
Se catalizan miles
de impulsos de protones
vibrando de optimismo....
Sacudo mis dudas
y el puntual parpadeo
abre un paréntesis en mi trance.
Y la efigie de tu alma.
se materializa en las distintas realidades.
¡Oh dulce cielo!...
Tan impermanente
Tan finito, tan bello.
Que este momento
se vuelva un recuerdo;
un bucle eterno
que te traiga a mi mente,
cuando mis ojos despierten
y le hagan caricias al olvido.
Que tu colorido recuerdo
que apasiona mi alma
y al corazón.
Se revista de propósito:
y cuando su mirada
amielada me encuentre.
Las fuerzas de la conquista
me acompañen.