Retornando en los tiempos, del mejor dulzor,
Desplanté. Unos menudos besos, muy delicados.
Sus ojos dulces, cantaban, como ruiseñor, a su flor.
Eran tan delicados y blandos. Como suaves pétalos.
Noté, la calidez. De la inaugural, semana de abril.
Miraban muy sedientos, mi seco cántaro, sin abrir.
Tus labios, agonizaban, de candor, es lo cierto.
Los míos, eran, como tamo triste, del desierto.
Inesperado fontanar, germinaron de los míos.
Que preciosura, de ventero, un oasis, oh, Dios mío.
No sé, de donde brotó aquel propicio calmante.
Maravillosamente, les di de beber, que precioso.
Y los ojos de mi Dios, se recreaban. ¡Fue glorioso!
…Apropósito. Hoy tengo mis despensas, bien rebosantes.
Con la más pura y fina, miel escogida, que te pude, llenar...
Para saciar, los mismos labios, que repuse, su tierno, besar.
Aquellos que bebieron, de la sequía, de mis labios, antes.
Pero aquellos labios, actualmente, no se antojan de mí miel.
Aunque, es fresca y dulce. Tal vez con el tiempo, cambió su sabor.
O son, dos tímidas palomas, que relegaron, su árbol, sin razón.
La más dura, la vencida. Es que olvidaron, el amor de su vida.
Solo quiero que sepas…
Que hoy tengo mis despensas, rebosantes, para ti.
Porque, son solo... para ti.
Te Amo.