Alfredo Saez

-La Mirada-

 

 

 

Provocaba su mirada faciales incendios,

quemante persuasión de atrayentes tumultos

par de Ojos Belleza con todos los compendios:

nadie se concedía solo verle sus párpados ocultos.

 

Era el pizpireto fluir de un oval rostro perfecto,

encanto silencioso de tenorino y pedregoso torrente,

cuando Ella imponía húmeda luz al impío golpe directo

y muy cruel dañaba el avatar de aquel pobre adolescente.

 

Noches de erótica y hedonista pasión en azul, desdén al resto,

alternancias  de aromáticas horas, tan bonitas como aciagas

al furor de los exorcismos de los sicariatos de las viejas magas.

 

Escribiré la Victoria dual en el fatigado y amarillo palimpsesto

que terrenal  portó esa alada ventura libidinosa del rico querubín,

mayoral en el día de mi santo…por mensajero de un térmico festín.