Una soleada mañana; con un café empiezo mi día, su amargura me recuerda mi actual momento.
Salgo a caminar, las calles de mi pueblo me reciben con alegría y saludos de mis conocidos.
Me acerco a mi cafetín preferido, cómo siempre una buena atención y una grata charla.
Transcurre una gran mañana y en un momento pasan infinidad de historias a mi alrededor.
Un café, dos cafés, ya la cuenta se va perdiendo pues las historias y la charla me absorben.
Con un café empiezo el día y en medio de los demás me doy cuenta de que debo seguir luchando por mí.
La charla, las historias tristes y alegres, la motivación de cada persona, me enseñan qué no debo detenerme.
Sé que empezar de nuevo será muy duro, pero ya pase por el peor tramo, ahora es seguir adelanté.
G3