Pandra

Maldita poesía.

La sombra del pasado parece hacerse cada vez más grande

El corazón se empeña en reemplazar un dolor por otro

pero en realidad ambos se entremezclan,

todo se sacude dentro de mi y se vuelve insoportable escuchar tantos gritos que me arrojan a todas partes sin curso fijo,

ya no tengo fuerza para correr, y, de tenerlas, ciertamente, no sabría hacia donde ir,

en toda dirección el horizonte marca un nombre, el recuerdo del refugio de unos brazos, que en mi absoluta soledad, me hacían sentir hogar,

aquel rinconcito de alivio y comprensión que ardía en llamas y donde amaba prenderme fuego.

 

 Ahí está ella, obervandome caer, una y otra vez siendo sostén de hojas y espinas,

la maldita en la que siempre le encuentro, en la que me hallo cautiva, en la que constantemente espero,

la maldita poesía, que ya me tiene más suya que ella mia o yo de mi misma.

Sucumbo ante sus signos, mi debilidad excelsa, tiemblo entre sus letras y no puedo liberarme,

porque incluso para profesarme libre, tendría que acudir a sus nocivos versos, escribo menos de lo que creo sentir, pero entre la limitada lengua, es el medio que me has concebido, maldita poesía, para expresar lo que desborda.