Rompe que te rompe; el rompeolas
acompasa mi entumecida mente
y mantiene totalmente presente
el sutil ruido de las caracolas.
En mis párpados brillan amapolas
junto a los rayos del sol refulgente,
con un fuego, que es más que incandescente,
pero que busca el frescor de esas olas.
Y abro los ojos y veo tus besos
en unas piedras de besos eternos
ya que los tuyos también fueron de esos,
de los que juntaban cielos e infiernos
mezclando mis calurosos excesos
con la brisa de tus aires internos.