Cantaba el río
y rompía el encanto
de la mañana.
Las aguas bravas
dejaban su blancura
en los meandros.
La noche fría
trazó una estela helada
en los caminos.
Despierta el cuervo
a los gamos, los ciervos,
y las ardillas.
Y tú sonríes,
te quitas las legañas
y te despiertas.
Es otro día,
el sol luce en el cielo
y eres feliz.
Alguien te ama,
te dicen tus sentidos
y corazón.
Y es que la sangre
aumenta tus latidos
sin darte cuenta.
Dices su nombre,
abrazas la mañana,
cierras los ojos.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/12/21