Fui a una cartomántica,
por embullo, un buen día.
Me impresionó la blancura del paño sobre la mesa,
dos copas con agua frescas,
y el traje con que vestía.
Barajó con suavidad las cartas y con destreza,
me pidió \"comparte en tres y ponlas sobre la mesa\".
Ví como se sonreía al levantar cada carta.
Me dijo que una fortuna para mi vida veía,
que el amor me llegaría, rendido estaría a mis pies,
y que hasta mi vejez a mi lado él estaría,
que en avión yo viajaría, casa lujosa y con auto,
y si tenía alguna duda tres preguntas podría hacer, que ella las respondería.
Era tanta mi alegría, que nada le pregunté, rápida le di uno diez por la consulta, y me iría.
...
Han pasado cuatro décadas
y al verme en soledad, recordé aquella consulta y de esta forma pensé:
Si la volviera a encontrar, solo iba a preguntarle:
¿puede decirme a qué edad?