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LA DESOBEDIENCIA A LOS ASTROS

Estamos a un silbo

de la carne enloquecida de los besos,

de huesos que eligen la escarcha 

para reírse del frío,

abismos que sacrifican su ojo tuberculoso

y diapasones invisibles del deseo

que alejan al corazón de su latir,

como pez atrapado

en una bolsa de plástico,

ajeno al océano.

 

Ese cuerpo loco que soportas

hace de carnaza para tu piel,

origen de otro nacimiento

que se resiste al regreso.

 

Olas mudas de placenta 

alrededor de lenguas sin oxígeno

que hablan con el estómago vacío

sobre voces contiguas a la traición.