Es el propicio, pan de aliento,
Para su gemela alma sedienta.
Cuando, cruel le visita la escasez,
Surtiendo, su despensa, de lamento.
Es la lluvia que empapa,
Cuando la feroz sequía,
Pierde el juicio, y atrevida
Muy sedienta, se amamanta.
Es el poema, que declama,
El poeta en la solana,
Con ímpetu. Y vuelve a ti,
Como, palabra viva, soberana.
El, es la estrella fugaz,
Que cuida tus pasos,
Y de día y de noche,
Te lleva, en sus brazos.
Es, el que saliendo de la nada,
Muy previamente,
Te empuja, en el césped,
Para, no precipitar, en el vacío.
Cuando se disgusta contigo,
De madrugada, pasa a contarte.
Ora, por ti, para reconfortarse,
Afligiendo su corazón de armiño.
Cuando te sientas afligido,
El vendará tu corazón,
Reservará tus penas, al olvido.
Abriendo, vastas puertas de alegría.