jose l condori c

BUSQUEDA DE DIOS

 

Oír la voz de Dios en los huecos del Himalaya

pero ella,              manantial de espinas

late en el pecho agonizante;

tantos ayunos

y pocas impresiones

¡qué hacer!

sólo beber la gota melancólica

que abraza la bondad del hielo.

 

Deseo los abrazos de Dios

pero ellos vitrina de cosméticos leprosos

apenas retiene la confianza del niño en su padre

y los demás

los ausentes inmóviles

la pared erecta deshabitada

la que no busca nada

pero le aparecen antorchas de letras vivas

para saciarse de todo.

 

Busco la mano de Dios

pero la maldición del charco borra el saludo

y la pose enrramada;

es la enemistad abrazando

el pedernal amenazante.

 

Busco la inocente ave;

pero su imagen arrimó el grito de una calavera

deshaciendo trenzas emplumadas;

a pesar de todo,

su sombra deambula

como toda pureza

del olimpo de gracia.

 

Nadie canta a las carcomidas torres

nadie da la mano al mendigo enclaustrado

nadie mira los tres espacios de Dios

pero qué del tallo picado por el pájaro

qué de la ternura de la anchoveta

y del aliento volcánico

como ráfagas arrugando la mentira de los ojos.

 

La palabra del retrato agresivo

deshace el hilo de angustia monocolor

en tanto la pampa humana

es el torreón empedrado

buscando la presencia de Dios.

 

La leña está lista para el fuego.

Autor: José L. Condori 

Lima,23/01/22