Alberto Escobar

Por mi pasado barrio.

 

Por el carril bici 
de Heliópolis.

 

 

 

 

 

 


Heliópolis es el barrio que está en frente 
del Estado Benito Villamarín.

—para el que no conozca mi ciudad—

 

 

 

 

 

 

 

Invadiendo el verde
de tu asfalto,
continuando la flecha
blanca que señala el puente,
mirando a derecha e izquierda;
a la una el Quinto Centenario,
a la otra el blanco caserío 
de un barrio legendario,
un barrio que nació 
en los fogones de una exposición,
aquella que abrió la ciudad 
al siglo veinte y que enmarcó 
su ensanche y engrandecimiento.
Allí vivía —allí cerca para ser exactos—,
y por allí paseaba y paseo —ahora 
a veces porque la distancia del hogar
es más distante que antes. 
Me gusta detenerme, justo en la esquina
del colegio Corpus Cristi, y quedarme
parado, viendo la estampa de unas casas,
unos caserones altos, recortados por árboles
y festoneados de matojos al pie
de sus puertas —el contraste del verde
del contorno y el blanco de la cal se me ofrece
como un epítome de mi tierra andaluza. 
Me gusta bajar por el carril bici más hermoso
de los que recorren cual venas la ciudad
como alternativa viaria, respetando de humos
el empíreo cielo que se abre allá arriba, 
con las estrella justas, aquellas que extrovertidas
no se esconden del grito lumínico que nos raja
la entraña y el corazón de la tierra, esa que soporta,
que está harta de sentir en su lomo el arañazo
del irrespeto y el filisteísmo del insensible. 
Invadiendo el verde me voy 
a mis asuntos, dejando espacio
a que la bicicleta ruede 
y sustituya la mecánica celeste
por la huella de carbono. 

—El que no entienda 
que compre un diccionario...