Ahí estábamos, tú y yo.
Yo a horcajadas te miraba triunfadora
y tú me mirabas, desde abajo, perdedor.
No pudiste esperar a la campana y tiraste la toalla al colchón.
En un descuido, me volteaste, traicionero.
Y entonces de defensa fue mi posición y me miraste cual guerrero, que ya se ha proclamado vencedor.
Comenzó nuestro segundo round, con técnica distinta al anterior.
Riposté con rápida estrategia, para estar a tu altura gladiador.
No hubo reglas, todo fue permitido, hasta quedar exhaustos y llenos de sudor.
Nos miramos, igual que mira un niño al juguete que tanto añoró.
El veredicto_ escuchamos los dos
Fue un combate intenso donde prevaleció: tácticas parejas y sincronización: ha ganado el amor.