Moscú, ¡monstruo de contrastes!
Hoy, enormes rascacielos
arañan tu cielo opaco,
respetando las doradas estrellas
que desplazaron las águilas bicéfalas
y que en tus monumentos se alzan
y que hacen sentir a las gentes
la pequeñez de su cuerpo
y la grandeza de sus almas…
Despierto de un sueño en un roído banco
y me veo rodeado de muchachas de abedul
que sensuales avanzan por las plazas
y por todas las calles de este nuevo Moscú;
altivas se pasean por mi lado
y yo esbozo una sonrisa,
ésa que parece no poseen
porque la perdieron en el pasado.
Moscú, ¡ciudad de contrastes!
Moscú, ¡en verdad, eres grande!