Llegan los truenos de tu nombre,
nuestros tactos intactos llueven.
Llegan nuestros infundados besos
a herir mortalmente la atmosfera.
Las manos de no ser nada
se convierten en un cuchillo nocturno,
el día es sarcófago y guerra.
Regados, resignados por el piso,
silla, cama, zapatos se arriman a la luz
de tu nombre cuando desde el cielo
o de mi boca te nombran como un disparo
que mata el silencio.
LRL
24-1-2022