Quien deshoja sentimientos
tiene alma de trovador,
y con pasión y fervor
va pintando fantasías,
que suenan a melodías
y lucen en su esplendor.
En variadas ocasiones
habla de sus propias penas,
nos da sus noticias buenas
y otras veces las inventa,
se extiende más de la cuenta
cuando rompe sus cadenas.
El alma se hace a los vientos
para echar su verbo a vuelo,
lo cual sirve de consuelo
y su pena desahoga,
con su verso como droga
que alivia su desconsuelo.
Y así con su fiel sentir
a la tinta y a la pluma,
desvela lo que le abruma
o nos muestra que es feliz,
sin importar si hay desliz
cuando sus rimas exhuma.
Jorge Horacio Richino
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