Raiza N. Jiménez E.

Ante el Llanto. -

Gota a gota, mis lágrimas se han desatado.

Hoy, la verdad, no sé de qué va este llanto.

Quizás es que, del llanto, no me he escapado.

Me he visto sufriendo y no lloro, solo canto.

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Mi madre que todo lo arreglaba, me miraba

y sólo sostenía: “El llanto es para los muertos”.

Yo la escuchaba, sin entenderla, sólo lloraba.

Qué saben los padres de infantiles entuertos.

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Algo que hoy veo extraño, acosaba mi mente;

la verdad es que olía las penas y el desamor.

Se formaban en mi garganta nudos de repente.

Ver a gente llorar y sufrir me llenaba de temor.

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Cuando devuelvo las páginas de ese negro libro,

se me hacen involuntarios nudos en la garganta.

Vuelvo atrás, y siento cosas que aún no equilibro.

Evoco mis rezos a la Milagrosa, que era mi Santa.

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Hoy desperté con esa misma sensación de llanto.

Vi a mi hermano menor, qué muy joven, se murió.

La mudez se impuso y mi madre, era un espanto.

En casa todo era triste, y mi madre el canto olvidó.

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¡Ese aprendizaje temprano, me llevó para las Ciencias;

estudié Psicología, y obtuve buen grado de conciencia!