Me apena que el tremor de la palabra
cautive los recuerdos de tu vida
y espejen de reflejos en el agua
las ondas que al sendero nos traían.
Quereme sin la miel de nuestros versos
sin siquiera lo tosco de este cuerpo,
forjemos alma y alma entretejidos
la fragua del calor que te encendía.
Tonos mil, los colores de este ramo
que festeja el ardor de nuestros días,
esa luna que brillara por nosotros
es testigo de que entera te sabía.
¡Juguémonos!
Volemos juntos
a ese mar desconocido,
aunque parezca que ya no tiene sentido
aunque lo escrito
se haya hoy descolorido,
la prosa duerme…
mas tu poeta
sigue vivo